Los probióticos son «alimentos con microorganismos vivos adicionados que permanecen activos en el intestino y ejercen importantes efectos fisiológicos». La Organización Mundial de la Salud (OMS) los define a su vez como «microorganismos vivos que, administrados en cantidades adecuadas, producen un efecto beneficioso en nuestra salud».
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Las bacterias, o microorganismos, están presentes en todo cuanto nos rodea, formando parte de animales y vegetales. Nuestro intestino contiene una comunidad abundante y compleja de ellas, aproximadamente 100 billones. Es lo que se conoce como flora intestinal. Resultan vitales para nuestra salud pues refuerzan el sistema inmune, eliminan toxinas, impiden que aquellas patógenos proliferen, ayudan en el proceso de digestión y a tomar los nutrientes, vitaminas y minerales necesarios de los alimentos que ingerimos.
La flora intestinal es pues sensible a nuestras pautas alimentarias, así como a muchos medicamentos e incluso al estrés. Los probióticos consumidos por medio de leche fermentada pueden protegernos frente a enfermedades al actuar como barrera. No obstante, la leche natural resulta «tóxica» en algunos casos, llegando a ser motivo de intolerancias y alergias.
Las bacterias probióticas (del griego «pro bios», es decir «para la vida») más conocidas son las que encontramos en productos fermentados como el yogur, Lactobacillus, pero existen muchas otras: Bifidobacterium bifidum, Streptococcus thermophilus, etc. En cualquier caso, es recomendable moderar la dieta y que los alimentos probióticos que consumamos sean naturales.
Probióticos. Un poco de historia
En 1857, Louis Pasteur demostró que determinados microorganismos eran los responsables de la fermentación. Consiguió aislarlos de un cultivo de leche fermentada y los llamó bacterias acidolácticas. Más tarde, Josep Lister hizo lo propio con la primera cepa de probióticos, la Bacterium Lactis. Ambas bacterias fueron extraídas de fermentos lácteos. No obstante, éstas proliferan en ambientes ricos en azúcares, carbohidratos y almidones, no siendo necesariamente la leche su medio de cultivo.
El término «probiótico» fue introducido por primera vez por Lilly y Stillwell en 1965. Se definieron como factores microbiológicamente derivados que estimulan el crecimiento de otros organismos. Fue Roy Fuller quien posteriormente, en 1989, habló de su efecto beneficioso.
Por su parte, Iliá Méchnikov, microbiólogo ruso, profesor en el Instituto Pasteur de París (Francia) y premio Nobel, manifestó que modificando la microbiota del intestino y sustituyendo las bacterias que producen sustancias tóxicas por microorganismos útiles, se podía evitar la «intoxicación intestinal» y alcanzar una mayor longevidad.
Los trastornos del tracto intestinal eran, en muchos casos, tratados con bacterias vivas no patógenas con el fin de modificar dicha microbiota. Henry Tissier, pediatra francés, recomendó la administración de bifidobacterias a los niños que sufrían de diarrea, pues estas lograban reducir los microorganismos que la causaban.
En los últimos años se han desarrollado multitud de investigaciones acerca de los microorganismos, tanto beneficiosos como nocivos para nuestro organismo. En el mercado han aparecido productos elaborados a partir de la fermentación de los mismos. El kéfir de agua de ProKey es un ejemplo, aunque sin los problemas nutricionales de los lácteos o los azúcares que sí contienen muchos de ellos.
Cada vez somos más conscientes de la estrecha relación entre alimentación y salud. Tenemos acceso a infinidad de soluciones para paliar determinados trastornos y enfermedades. Las personas que sufren intolerancias o alergias alimentarias experimentan molestias digestivas: reflujo, acidez, hinchazón, diarrea, cólicos o vómitos. Es el caso de los celíacos. La celiaquía es una enfermedad crónica que daña el intestino y afecta a personas intolerantes al gluten.
3 ejemplos de probióticos sin lactosa
¿Qué alimentos contienen probióticos de forma natural?
Yogur, kéfir, chucrut, miso, tempeh, kimchi, chocolate negro, pepinillos, té de kombucha y micro-algas son algunos de ellos.
Fuentes de probióticos naturales, están también indicados para personas con alergias o intolerancias a la lactosa o al gluten.
Detallamos tres probióticos naturales que no contienen lactosa:
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Kéfir
Las bacterias, levaduras y mohos presentes en los alimentos fermentan los azúcares y los transforman en nutrientes digeribles. Los mongoles descubrieron que la leche se fermentaba, adquiriendo un aspecto cuajado y con un sabor agradable. La llamaron «kéfir».
Aunque el de leche sea probablemente el más conocido, el kéfir de agua es una bebida ecológica baja en calorías sin los problemas nutricionales derivados de la presencia de lácteos.
El kéfir sin lactosa es uno de los alimentos más ricos en microorganismos vivos. Consumir kéfir de agua regularmente refuerza el sistema inmunológico y mejora el tránsito intestinal, entre muchos otros beneficios para nuestra salud.
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Chucrut
Conocido también como choucroute. En Europa del este se percataron de que si dejaban hojas de col en agua con sal, o salmuera, obtenían un alimento nutritivo y de agradable sabor: el «chucrut».
El chucrut es repollo o col blanca fermentada rica en vitaminas, especialmente vitamina C, y minerales como calcio, magnesio, hierro y fósforo. Tras el kéfir, es el alimento más beneficioso para nuestra flora intestinal. Facilita la digestión, nos permite absorber mejor los nutrientes y mantiene estabilizado el pH del intestino.
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Miso
El miso es un condimento, una pasta aromatizante elaborada con semillas de soja y/o cereales y sal marina fermentada con el hongo koji. Considerado durante siglos un alimento curativo en China y Japón, fue hace tan solo 100 años cuando su consumo empezó a popularizarse.
Contiene enzimas que ayudan a la digestión. El miso es además suministro de vitaminas, minerales y proteínas. Se emplea en sopas, como salsa o para condimentar sushi.
¿Conocías estos alimentos probióticos sin lactosa y sus beneficios? ¿Los has probado en tu día a día? ¿qué efectos has notado?
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¡Nos vemos!
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Si quieres saber más del kéfir puedes seguir leyendo el blog de Prokey
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Excelente información, tengo intolerancia a la lactosa. Compré un tarro de kefri espero me vaya bien y lo tolere perfectamente. Sufro de grandes problemas digestivos, vómitos y diarreas constantes, tengo la flora intestinal muy dañada. Gracias por la información que para mí es una esperanza que puede reestablecer mi flora bacteriana.