3 razones para tomar probióticos durante tu tratamiento con antibióticos

Algunas personas piensan que tomar probióticos y antibióticos simultáneamente es contraproducente. La débil razón que esgrimen es que los primeros podrían interferir en la actividad de los segundos, reduciendo su eficacia.

Y nada más lejos de la realidad. Sin la intención de impartir una clase magistral de medicina gastrointestinal, veremos, de manera que hasta un niño pueda entenderlo, los tres beneficios de combinar un tratamiento de antibióticos con probióticos.

Pero primero, entendamos algunos conceptos preliminares:

La flora intestinal: ‘bacterias malas’ y ‘bacterias buenas’

La flora intestinal es el conjunto de microorganismos que residen en el aparato digestivo, principalmente en el intestino, que es un órgano estrechamente implicado en el funcionamiento del sistema inmunitario.

Entre ellos se encuentran bacterias, hongos, protozoos, y también algunos virus. Todos ellos conviven en un perfecto equilibrio, sin producir alteraciones o enfermedades, y algunos de ellos con funciones beneficiosas, como las que llamaremos ‘bacterias buenas’. Las ‘bacterias malas’ del intestino no nos causan ningún problema, siempre que se mantenga el equilibrio de la flora intestinal.

Pero estas mismas ‘bacterias malas’ pueden actuar en cualquier otra parte del organismo, como los pulmones, la piel o el estómago, provocando enfermedades muy serias. Es entonces cuando el médico decide aplicarnos un tratamiento a base de antibióticos. Y aquí es cuando comienzan los problemas.

Los antibióticos

Sin entrar a fondo en cuestiones científicas, digamos que los antibióticos se utilizan para eliminar a las bacterias, impidiendo su desarrollo. Cada antibiótico tiene sus ‘bacterias favoritas’, es decir, demuestra mayor eficacia con ciertos tipos de bacterias.

Pero los antibióticos no son seres pensantes y racionales, así que no discriminan bien a qué bacterias concretas atacan. Porque además de diezmar a sus ‘bacterias favoritas’, disminuyen considerablemente la población de otras ‘bacterias malas’ y también la de las ‘bacterias buenas’.

Así que, cuando el médico nos receta un antibiótico para tratar, por ejemplo, una infección bacteriana de la garganta, el antibiótico se encargará de eliminar a las bacterias que han provocado la infección, pero de paso, acabará con un altísimo porcentaje de todas las demás.

Por tanto, el efecto colateral inevitable de cualquier antibiótico, es una alteración severa del equilibrio de la flora intestinal, junto con otros trastornos derivados de su acción antibacteriana.

Los probióticos

La OMS define al probiótico como un microorganismo vivo capaz de producir un efecto beneficioso para la salud.

Los alimentos y suplementos probióticos comerciales más utilizados, suelen contener diversas especies de ‘Lactobacillus’ y ‘Bifidobacterium’. Se trata de dos de las ‘bacterias buenas’ de las que hablamos antes, y ambas son imprescindibles para el buen funcionamiento intestinal y, por lo tanto, para el equilibrio del sistema inmune.

Sobra decir que, si nos tomamos un antibiótico para combatir cualquier enfermedad, en muy poco tiempo, nuestro intestino quedará prácticamente limpio de estas y de otras ‘bacterias buenas’. De ahí la importancia de reponerlas mediante el uso de probióticos.

El yogur, el queso y el kéfir son algunos alimentos que contienen estos probióticos de forma natural. Además, la industria alimentaria está volcada en el desarrollo de productos alimenticios a los que se les añaden muchas variedades de probióticos.

Por ejemplo, la firma PROKEY comercializa diversos productos probióticos, isotónicos e hidratantes, como el kéfir de agua, disponible en diversos sabores, aptos para todos los gustos.

Razones para tomar antibióticos con probióticos

Hemos analizado la importancia de la flora intestinal, y ya sabemos cuáles son los mecanismos de acción de probióticos y antibióticos. Es ahora cuando podemos desgranar, de forma razonada, por qué es tan conveniente ingerir probióticos durante cualquier tratamiento con antibióticos.

Los tres motivos son de mucho peso:

1. Los probióticos previenen las molestias digestivas y las diarreas

Ya hemos visto que los antibióticos no distinguen entre ‘bacterias buenas y ‘bacterias malas’, y que impiden el desarrollo de todas ellas, con mayor o menor eficacia.

Por lo tanto, es de sentido común deducir que la ingestión de probióticos ayudará a reponer solamente las ‘bacterias buenas’ mientras el antibiótico actúa, y que acelerará notablemente el proceso de reconstrucción de la flora intestinal cuando termine el tratamiento antibacteriano.

La consecuencia directa es que sufriremos menores molestias digestivas, y también disminuiremos la probabilidad de sufrir fuertes diarreas.

2. Te protegen frente a infecciones fúngicas: candidiasis

Durante un tratamiento con antibióticos, un alto porcentaje de pacientes enferman de candidiasis oral. Esta infección fúngica está causada por un hongo denominado ‘Candida albicans’. En interior de la boca y en la lengua, aparecen placas blancas que provocan quemazón, dolor de garganta e incluso dificultad para tragar.

Esto se debe a que hongos y bacterias son organismos antagonistas, es decir, compiten por los mismos nutrientes. Al faltar uno de ellos en un ecosistema orgánico, se produce un desequilibrio: en el caso concreto de tomar antibióticos, las bacterias desaparecen, y entonces los hongos se multiplican en exceso.

Los probióticos contribuyen a que el intestino no quede completamente despoblado de bacterias, manteniendo a raya a los hongos. Por tanto, tomar probióticos con antibióticos es un sistema efectivo de prevenir las candidiasis orales.

Y si eres mujer, la ventaja es doble, ya que los probióticos también ayudan a repoblar la flora vaginal destruida por los antibióticos. De hecho, incluso existen supositorios vaginales que contienen probióticos, con ese fin específico.

Y es que, durante los tratamientos con antibióticos, muchas mujeres desarrollan candidiasis vaginal, una molesta y pruriginosa afección, igualmente provocada por el hongo ‘Candida albicans’. Las bacterias de los probióticos pueden evitar que contraigas una candidiasis vaginal.

3. Son eficaces frente a resfriados, herpes y otros trastornos de origen vírico

Durante cualquier tratamiento con antibióticos, el sistema inmunitario se encuentra ligeramente descompensado, precisamente debido a la acción bactericida indiscriminada de los antibióticos. Por lo tanto, el paciente es más sensible a contraer infecciones víricas, entre ellas catarros o herpes.

Tomando antibióticos con probióticos, ayudas a fortalecer y equilibrar el sistema inmunitario descompensado por los primeros, y previenes la aparición de trastornos víricos.

Un dato adicional interesante es que existen ciertos rotavirus que provocan diarreas, lo que significa que, gracias a los probióticos, estarás protegido frente a la diarrea por partida doble.

En resumen:

Puedes tomar a la vez antibióticos y probióticos con toda tranquilidad. Los probióticos no mermarán la eficacia del antibiótico, reforzarán tu sistema inmune, y te evitarán ciertos efectos secundarios, infecciones víricas, e infecciones fúngicas.

Además, puedes contribuir al equilibrio de tu flora intestinal de forma permanente, añadiendo algún probiótico a tu dieta habitual.

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